Friday, March 9, 2007

ARMANDO REVERÓN


En la historia del Museo de Arte Moderno (MoMA) de la Ciudad de Nueva York sólo cinco artistas latinoamericanos han sido objeto de exposiciones dedicadas por completo a su obra. Ésta en particular lleva cerca de cinco años gestándose y la mayoría de las obras provienen de la Colección Cisneros, y no faltó quien señalara que antes que al mérito del artista este honor respondía más al legendario poderío de esta dinastía de las telecomunicaciones. Para quien entretuviera esta idea entrar al sexto piso del MoMA debe haber sido un múltiple encandilarse.
Ante esa luz tuve el lujo de detenerme acompañada de mi madre y mi querida Tertuliana. Casi dos años sin estar en Venezuela y de pronto sentir Macuto frente a ti, estás saliendo de una choza en la costa, tienes un pie en su interior sombreado y oscuro colando rayos por la palma moriche del techo entretejido; el otro pie está en la arena y los ojos se entrecierran y sólo hay una impresión de la retina del artista transferida a tu retina. La voz del curador habla pausadamente “las personas que sufren de esquizofrenia tienen problemas reconociendo los límites de su propia existencia”… afortunadamente para la humanidad y dolorosamente para el artista que se ha extendido a sí mismo física, espiritual y escatológicamente sobre todo lo que pudiera servirle: yute, papel, lienzo, corteza; se ha extendido tanto que se ha vuelto transparente hasta tornarse en el aliento de las muñecas que parió con Juanita Ríos. La coherencia absoluta es el flagelo de la locura y del artista porque las reglas del juego tienen que sostenerse y obedecerse todo el tiempo. Si las muñecas tenían vida entonces debían poder jugar, cantar, disfrazarse y entretenerse; les dio coronas para que reinaran sobre un imperio de objetos a su medida: alas de murciélago, instrumentos musicales y partituras que deben haber dictado valses dignos de la fantástica Casa Real Caribeña. Sus majestades se entretenían desde sus tronos de cuero templado con la jaula de exóticas aves de trapo que les regaló Armando.
Yo estuve allí. A mi alrededor circulaban cientos de visitantes en ese viernes popular, no podía reconocer las decenas de idiomas que se hablaban pero frases se desprendían al ver las muñecas: “That’s creepy!”… “so strange”… “sad…”. Tertuliana, mami y yo compartíamos estos adjetivos y exclamaciones que habíamos percibido, nos mirábamos asombradas sin entender qué daba tanto miedo. Este hombre es nuestra casa, nuestra tierra, nuestro hogar.
En la última galería están los autorretratos. El curador, John Elderfield, eligió ordenarlos en una progresión en la que podemos ver al artista en distintas etapas. De forma bastante cinemática su imagen va decayendo de un joven y prometedor artista educado por el maestro de Dalí hasta un ermitaño salvaje con el pelo desordenado y una barba crecida. Los ojos son constantes. Siempre la mirada es la misma. Todo atrapado en el reflejo del espejo en el mismo plano observa John: ojos, pelos, cara y las muñecas que se asoman sobre sus hombros.
Me acerco a leer la información y noto la fecha. Estos cuadros no están en secuencia cronológica. No hubo tal proceso para Reverón. Él siempre estuvo viviendo el mismo instante de creación inundado de luz. El resto son necesidades de los que no estábamos jugando el juego y desconocemos las reglas.
Caminamos hacia la salida y la voz de una mujer con un grueso acento del Upper East Side neoyorquino exclama: “That’s it?!”.
Yup. That’s it! Es para reírse.


En la columna derecha de este blog pueden encontrar un feed del MoMA con el audio del tour creado para esta exposición. Espero que lo disfruten.

1 comment:

Anonymous said...

Fantastica y hermosa tu apreciacion de la obra de Armando Reveron y de la exposicion. Pense que solamente yo habia tratado de adivinar viendo los rostros de los asistentes a la galeria que los habia impulsado a visitar la exposicion de ese artista. Me maraville viendo la diversidad de nacionalidades de los asistentes, algunos, como un joven que parecia holandes, enfrascado en una animada conversacion con una mujer que parecia muy entendida en la obra de Reveron.
Pero lo mejor de todo fue vivir esa experiencia contigo. Una semana en la que comparti tu mundo, tus amistades, tu estilo de vida. Fascinante, impensable para mi que aun tengo la mentalidad un tanto cerrada de madre sobreprotectora. Puedo decir que por primera vez te vi como la maravillosa mujer en la que te has convertido despues de estos casi dos a#os de aprender a volar por ti misma. Y aprendi... yo tambien sigo aprendiendo dia a dia de ti. Mami